martes, 12 de enero de 2010

Ciencias y Humanidades, ¿mundos separados?









CIENCIAS Y HUMANIDADES
¿mundos separados?




La luz se filtraba por los vitrales del siglo XIII y las campanadas del antiguo reloj de la torre marcaban las cinco de la tarde. Era el 7 de mayo de 1759. un individuo robusto se acercó al podio de la Casa del Senado en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, y se acomodó los lentes. En el interior del edificio ricamente ornamentado una multitud de catedráticos y estudiantes,así como invitados distinguidos, se preparaban para escuchar la tradicional conferencia Rede, evento anual nombrado en honor de Sir Robert Rede, quien fuera juez supremo del tribunal del fuero común en Inglaterra en el siglo XVI.


Más de 200 años habían transcurrido desde la primer conferencia Rede. Esa tarde tibia de mayo, hace 50 años, Charles Percy Snow impartió una conferencia titulada “Las dos culturas y la revolución científica”, que desencadenaría una enconada polémica.


Científico de profesión, escritor por vocación


Charles Percy Snow, el segundo de cuatro hijos de Edward Snow y Ada Robinson, nació el 15 de octubre de 1905 en Leicester, Inglaterra. Percy, como lo conocía su familia, fue un chico inteligente y entusiasta que supo alimentar su imaginación en la biblioteca pública local y que desde la edad de 11 años persiguió sus aspiraciones intelectuales, culturales y deportivas en la Academia Newton Alderman, modesta escuela fundada en el siglo XVIII. Charles era buen estudiante y mástasde se interesó en la ciencia, en parte por que en su escuela no se enseñaban las artes. Se graduó de físico a los 18 años, sin embargo, tuvo que esperar dos años para continuar sus estudios de especialización. Durante este periodo se ganó la vida como ayudante de laboratorio en la escuela y dedicólargas horas a leer literatura universal, especialmente novelas europeas del siglo XIX.


En 1925 inició sus estudios en el recién formado Departamento de Química y Física de la Universidad de Leicester. Snow se tituló en química a los 22 años y un año más tarde alcanzó el grado de maestría en ciencias. Era un joven ambicioso y con metas muy claras. En octubre de 1928 obtuvo una beca en el Christ College de Cambridge como estudiante del doctorado en física en una época fundamental para el desarrollo de esta ciencia.
Snow inició sus investigaciones en el campo de la espectroscopía en infrarrojo en el mundialmente famoso Laboratorio Cavendish, encabezado por Ernest Rutherford. A la edad de 25 años fue elegido miembro del Consejo de Cambridge, posición que mantuvo hasta 1945. sin embargo, en 1932 sufrió un revés que marcó su vida para siempre.


Después de la caída


Snow y su equipo de trabajo creian haber encontrado una forma de producir vitamina A por métodos artificiales. El descubrimiento prometía ser de gran importancia teórica y práctica, así que presentaron los primeros resultados de las investigaciones en la revista Nature. Sinembargo, el presidente de la Royal Society se precipitó en anunciar los hechos a la prensa nacional. Cuando se vió que los cálculos eran erróneos, Snow tuvo que retractarse públicamente con la correspondient epublicidad. Este hecho puso a Snow fuera, irrevocablemente, del mindo de la investigación científica. La experiencia fue crucial en su vida y fortaleció su autoridad con la que posteriormente blandió la postura de las “dos culturas”.


A pesar del descalabro científico, Snow siguió haciendo investigación en física de partículas, pero también empezó a dedicar más tiempo a su verdaderapasión, la literatura. Su serie de novelas Extraños y hermanos fue un éxito. La trama se desarrolla en torno a las políticas internas que se seguían en la Universidad de Cambridge cuando había que elegir a un nuevo profesor. La novela muestra la corrupción y las intrigas del mundo del poder y la alta burocracia.


Snow fue temporalmente llamado al servicio civil conla encomienda de reclutar a los físicos para que apoyaran a su país durante la segunda guerra mundial. Esta actividad le permitió mostrar sus dotes administrativas, además de hacer contacto con personas influyentes y observar el ejercicio del poder desde dentro. En 1945, al término de la guerra, decidió no regresar a Cambridge y continuó en el ámbito de la administración pública y la industria privada.

En 1959 el vicerrector de la Universidad de Cambridge no dudó en invitarlo a impartir la conferencia Rode.


Abismo de incomprensión


durante sus años como estudiante universitario, Charles Percy Snow solía reunirse por las noches con un grupo de amigos a los que él llamaba sus “colegas literatos”. Eran tertulias culturales conlecturas, debates y discusiones sobre literatura. Los literatos se consideraban los únicos mereedores del calificativo de intelectual. G. H. Hardy, célebre matemático y amigo de Snow, le dijo una vez: “Te has fijado cómo se emplea la palabra intelectual? Parece haberse impuesto una nueva definición que desde luego no incluye a Rutherford ni a Eddington ni a Dirac ni a mi. Parece un poco extraño no crees?


Snow probó un experimento. Les preguntó a los literatos y humaistas si podían enunciar la segunda ley de la termodinámica. La respuesta fue negativa, y sin embargo dice Snow, “lo que les preguntaba es más o menos el equivalente científico de: ¿Ha leído usted a Shakespeare?” Para ser justos, el físico y novelista también hizo indagaciones entre los científicos. Resultó que la mayoría no acostumbraba leer literatura, y los escritores más conocidos del siglo anterior les parecían el colmo de lo esotérico. “¿Libros?”, le preguntó uno de los científicos. “Prefiero usarlos como herramientas”. Snow comenta con sarcasmo: “¿Qué clase de herramientas podría improvisarse con unlibro? ¿Tal vez un martillo?”


en la mente de Snow fue tomando forma la idea de dos grupos, “comparables en inteligencia, racialmente idénticos, con similar origen social y con ingresos económicos más o menos iguales”, pero incapaces de comunicarse. Con el ir y venir consatnte entre los mundillos cotidianos de la literatura y de la ciencia, escribió Snow mástarde, “se me fue planteando elproblema que desde mucho antes de confiarlo al papel había bautizado en mi fuero interno con el nombre de “las dos culturas””. A tal grado le pareció interrumpida la comunicación entre sus dos mundos que Snow tenía la sensación , al ir de uno al otro, de haber cambiado de continente. Su tesis era que la ruptura de la comunicación entre las ciencias y las humanidades -además de dejar culturalmente empobrecidos a ambos grupos- es uno de los principales obstáculos para resolver muchos problemas del mundo.


Esa tarde del 7 de mayo Charles Percy Snowlanzó la frase “las dos culturas”, que se habría de difundir muy rápidamente y que sigue vigente hoy, planteó el problema del efecto de esta separación en el mundo moderno, que tendría que ser de interés para cualquier observador atento de la sociedad, y finalmente reavivó una controversia que cambiaría la visión de la educación, una controversia multifacética y de tal intensidad, que no se ha apagado del todo.


Ideas en el aire


luego de publicarse la conferencia en forma de fascículo suelto al día siguiente, como se acostumbraba, pasó un tiempo sin que Snow tuviera noticias de reacciones a ella. La idea no era del todo nueva, como él mismo reconocía. El antagonismo entre científicos y humanistas formaba parte de la relación más general entre arte y ciencia, que se había discutido varias veces desde el siglo XIX. Snow recibió algunos comentarios breves y pocas cartas de lectores interesados, pero nada más. Pensó que ahí iba a parar la cosa. Pero no fue así. La frase “las dos culturas” cundió como el fuego. “Estaba claro que mucha gente venía pensando antes en todo el asunto, las ideas estaban en el aire”, escribió Snow. “Sólo faltaba que alguien en alguna parte le diese una forma verbal expresa, fue como apretar el gatillo”. Al mismo tiempo surgieron críticos que observaron que Snow empleaba la palabra “cultura” de formas distintas en su argumento: primero para significar un grupo de gente con creencias y lenguaje similares y luego para indicar cierto acervo de conocimientos. El crítico literario F. R. Leavis se le lanzó a la yugular, afirmando primero que Snow era “intelectualmente tan poco distinguido como se podía ser” y luego que no era más que un propagandista del mundo de la ciencia. Otros le criticaron el reducir unasunto complejo a la pugna entre dos grupos. Observación que Snow reconoció, diciendo que siempre era sospechoso dividir las cosas en dos,pero que la frase ya había hecho fortuna y sería demasiado complicado refinar el asunto.


La tercera cultura


Charles Snow sabía que el proverbial hombre del renacimiento -unindividuo con conocimientos equilibrados de arte y ciencia- ya no era posible. Pero había esperanzas. Elmedio principal del que se dipone es la enseñanza, sobre todo en escuelas primarias y secundarias, pero también en universidades. Escribió Snow: “No hay pretexto posible para dejar que otra generación sea tan tremendamente ignorante o este tan desprovista de comprensión y humanidad como nosotros”. Lo grave para Snow era que la separación de las dos culturas hacía que muchas personas inteligentes meospreciaran la ciencia como motor de progreso, lo que nos impedía resolver lo que él consideraba el problema más importante del mundo: lamala distribución de la riqueza propiciada por la industrialización, que ne opinión del físico y novelista ponía en peligro la estabilidad del mundo.


En la segunda edición de Las dos culturas, publicad en 1963, Snow añadió un nuevo ensayo, “las dos culturas: un segundo enfoque”, donde de forma optimista insinúa la posibilidad de que una “tercera cultura” pueda tender puentes entre las ciencias y las humanidades. En 1965. el editor y agente literario John Brockman tomó esta idea y laactualizó en su libro The Third Culture (“La tercera cultura”). Brockman incluye en la tercera cultura a los científicos, como el paleontólogo y divulgador Stephen Jay Gould, o el biólogo Edward O. Wilson, que hoy en día se cominican con el público general por medio de libros de éxito que están influyendo en las generaciones actuales. Estos científicos han reemplazado a los escritores literarios como formadores de opinión, según Brockman, y quizá su trabajo servirá para que la cultura sea definitivamente lo que debe ser: una totalidad.


Loza Trejo, Leticia. Ciencias y Humanidades ¿mundos separados? 2009. Revista ¿Cómo Ves? Número128. p.16

2 comentarios:

  1. Algo así me dijo un día un camarada del CONACYT, aunque personalmente yo creo que los humanistas son los más ignorantes ya que muchas veces se quedan en los conocimientos precientíficos.
    Y sí, Jay Gould es un chingón.

    Saludos!

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  2. En los dos bandos les da por encerrarse en sus cajas conceptuales, pero tal vez en los naturalistas existe la ventaja de ver y aceptar que lo humano es una parte pequeñita en el gran universo, dándoles algo de humildad, mientras que en los "humanistas" la soberbia hace presa más facilmente.

    "Mi definición favorita de intelectual es: alguien cuya educación supera su inteligencia"
    Arthur C. Clark

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