lunes, 17 de mayo de 2010

La Reforma Laboral y la Competitividad Esquiva

04-mayo-2010

En su obra "Introducción al Derecho Penal", Francisco Muñoz Conde hace un muy buen análisis del propósito de las normas legales, afirma:

"Llamo norma a toda regulación de conductas humanas en relación a la convivencia. La norma tiene por base la conducta humana que pretende regular y su misión es la de posibilitar la convivencia entre las distintas personas que componen la sociedad".

Bien expone que las personas no podemos vivir aisladas en nosotros mismos y para alcanzar nuestros objetivos necesitamos de la sociedad. Sin embargo, la convivencia social está lejos de ser armoniosa, esto es debido al egoísmo propio del ser humano y a la lucha de intereses que nos pone en conflicto.

Continúa, "...para regular la convivencia entre las personas, se establecen normas vinculantes que deben ser respetadas por esas personas en tanto son miembros de la comunidad. El acatamiento de esas normas es una condición indispensable para la convivencia. Frente al principio de placer, que impulsa a la persona a satisfacer por encima de todos sus instintos, existe el principio de la realidad,...".

Generalmente, en sociedades con alta diferencias sociales, como tenemos en Latinoamérica, el interés personal por alcanzar un mejor "nivel" de vida, o por no perderlo, lleva a las personas a violar consistentemente las normas que regulan la convivencia y esta cultura de la posesión material parece volver imposible crear la cantidad suficiente de leyes que rijan una convivencia social sana.

Como solución a la frustración que provoca la violación a las normas, existe la "pena", que en el ideal de un sistema de justicia virtuoso, quien viola una norma es "penado" con una sanción consecuente.

"En algún momento histórico se hizo necesario un grado de organización y regulación de conductas humanas más preciso y vigoroso. Nace así, secundariamente, la norma jurídica que a través de la sanción jurídica se propone, mediante un determinado plan, dirigir, desarrollar o modificar el orden social. El Conjunto de estas normas jurídicas constituye el orden jurídico".

Es importante tener en cuenta para lo que sigue del análisis, que este momento histórico al que se refiere el autor, se dio en sociedades con índices de desarrollo humano altamente precarios y con profusas diferencias de posición económica.

"Tanto el orden social como el jurídico se presentan como un medio de represión del individuo, justificado sólo en tanto sea un medio necesario para posibilitar la convivencia".

Desde el punto de vista que la rectoría del principio del placer cuarta el egoísmo natural humano, sí podemos llamar represor a los sistemas de control social como el derecho.

Más sin embargo, sociedades con índices de desarrollo humano superiores al nuestro han encontrado en la legislación un motor de mejora continua, y no un sistema represor.

Por supuesto que ciertas conductas humanas deben ser reprimidas, como la tendencia a quitarle la vida o la propiedad al prójimo y creo estar en lo correcto cuando digo que nuestros sistemas legales no sólo son represores de conductas reprobables, sino que también son inhibidores del desarrollo humano.

Durante décadas las leyes creadas en nuestra región han detenido el desarrollo, fomentando las diferencias sociales que han crecido a puntos de volver insostenible la convivencia social.

Cuando lo que se esperaba en el siglo XX, como lo hicieron muchos países, era un incremento en las leyes que propiciaran el crecimiento humano, lo que se obtuvo a cambio en nuestra región fueron algunas leyes, impulsadas más por las presiones externas que por convicción humana, que hicieron un poco más pasadera y sostenible durante algunas décadas un sistema social propiciador de la riqueza acumulada en unos pocos, con millones de personas que apenas les alcanza para comer.

Cada vez que elegimos gobernantes y cada vez que estos se sientan a discutir nuevas reformas, estamos ante la oportunidad del cambio hacia un tipo de sistema legal del que hablo, catalizador del desarrollo.

La nueva reforma laboral propuesta en México, puede ser esa oportunidad. Apenas hace unos días encontré el documento completo, de 130 páginas y he comenzado a leerlo; cuando termine con ella les daré mi opinión.

Mientras tanto, en principio, los ejes que parecen motivarla vislumbran intencionalidad hacia el desarrollo sostenido.

Pero, lamentablemente siempre hay peros, he escuchado en reiteradas ocasiones a empresarios decir que México necesita "flexibilizar" sus leyes laborales para darle competitividad al país.

Esto es como mínimo un error de concepto económico, la flexibilización laboral per se de ninguna manera trae como consecuencia inmediata la competitividad, lo que hace es abaratar los costos. Son dos cosas completamente diferentes.

Leyes laborales más "flexibles" permitirían dos cosas, hacer más barato el costo de producir (servicios o bienes) y obtener mayores ganancias a los inversores.

En principio, ninguna de las dos cosas está mal si es acompañada por la reinversión de las ganancias en el desarrollo de la competencia de la mano de obra.

El problema es que se sigue pensando como en la revolución industrial, cuando ya estamos en una era de conocimiento, donde la competitividad económica no la dan los costos más baratos, sino la eficiencia con la que se realiza un trabajo y la innovación traducida en tecnología o servicios aplicados

Me pregunto si los empresarios que han declarado la necesidad de flexibilización en pos de competitividad han perdido los conocimientos básicos de economía y gestión moderna, o tal vez siguen pretendiendo que a través de altas rentabilidades se cubra la falta de eficiencia y eficacia de sus organizaciones para sostener el negocio.

¿Qué es más fácil, reducir costos o aumentar la eficiencia?, la respuesta es sin lugar a discusión la primera.

Pero, ¿qué es sostenible a largo plazo y que nos volverá un país competitivo, reducir costos o aumentar la productividad? La respuesta también es obvia.

Países lejanamente más competitivos que las tres principales economías latinoamericanas juntas, tienen leyes laborales mucho menos flexibles que las nuestras. Pero también son sociedades que han sabido, a través de su legislación, propiciar el desarrollo humano y por supuesto el profesional.

Claro que no podemos perder de vista el papel fundamental que quienes estamos en el sector productivo jugamos. Nuestro desarrollo es responsabilidad propia, ser eficientes y productivos también lo es.

Hay cosas que el empresariado regional a nivel de gestión debe cambiar, pero también todos a nivel cultural debemos hacerlo, buscando el desarrollo como motor de crecimiento económico propio.

Dejar de buscar el bien material como objetivo y que éste sólo sea una consecuencia del mismo desarrollo profesional.

Perder el anhelo por alcanzar altas posiciones sociales e incrementar el deseo por alcanzar grandes niveles de desarrollo.

Hacer conciencia que la única forma de que las leyes sirvan como regulador eficaz de la convivencia es respetándola y eligiendo a gobernantes en toda la región que tengan visión a largo plazo y no que se centren en resolver solamente los problemas inmediatos a través de "dadivas" enmascaradas en subsidios a la holgazanería en pos de la popularidad.

Disminuir las regulaciones laborales es sólo una parte muy simple en la fórmula de la competitividad económica de un país.

Si sólo nos concentramos en esto no tendremos un país más competitivo sino un país más barato.

Y cualquier empresario que sepa serlo, es consciente que siempre habrá alguien capaz de ofrecer mejores precios.

¿Qué opinas al respecto? ¿Qué se necesita para aumentar la competitividad desde tu punto de vista? La visión sindicalista puede ser un problema en la competitividad, pero ¿qué con la improductividad de los que no están sindicalizados?

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1. Muñoz Conde, Francisco. Introducción al Derecho Penal - 2da Edición. Introducción al Derecho Penal - 2da Edición. Barcelona, Montevideo, Buenos Aires.: B de F Ltda; Julio César Faira, 2001, págs. 40-42.